Contemplo las heridas de los árboles. Aun así son todo porvenir. Porvenir de pájaros, de orugas y de infancias. Sus hojas roídas no se detienen en las trampas del tiempo.
Dice el filósofo surcoreano Byung-Chul Han: «La digitalización del mundo hace que la tierra desaparezca por completo. Recubrimos la tierra con nuestra propia retina, y al hacer eso nos volvemos ciegos para lo distinto. En vista de la digitalización del mundo sería necesario devolverle su romanticismo, redescubrir la tierra y su poética, devolverle la dignidad de lo misterioso, de lo bello, de lo sublime».
Qué bellas y sublimes son las hojas heridas de los árboles, qué perfectas son las flores en el inicio o el final de su ciclo: como personas heridas que no temen a su vulnerabilidad, como una abeja cuando le faltan fuerzas para retomar el vuelo y bebe sumisa del agua que le ofrecemos.
Contemplo las heridas de los árboles. Aun así son todo porvenir. Porvenir de pájaros, de orugas y de infancias. Sus hojas roídas no se detienen en las trampas del tiempo. Y sus semillas, ¡qué suspicaces! Se impulsan con el viento para caer allí donde son necesarias, pues ellas lo saben bien: son la continuidad del manto verde que posibilita la vida en el mundo.
Los árboles, en uno, dos o tres cantos, sacan un nido de la galera.
«Las mariposas duermen,
pero sus colores no duermen».
Roberto Juarroz
Al tilo del jardín de la casa de Haedo
El pájaro duerme
pero su canto no
duerme Eleonora
pero no la niña que fui
el tilo que me protegía en Haedo
durmió para siempre
lo talaron después que vendimos la casa
sin embargo
no pudieron hacerlo de mi memoria
a menudo voy, convocada por él, a su cielo verde
errante y desnuda
[lejos de los márgenes de dios]
alentada por el color
de las mariposas durmientes
voy hacia la dinastía de los árboles
voy hacia ellos a apurar su copa
como quien va hacia un talismán
hacia un Año Nuevo.
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