¿Por qué nos gusta tanto el Clavel del aire? ¿Será porque necesita tan poco para sobrevivir? ¿Será porque al igual que nosotros alguna vez sintió deseos de convertirse en pájaro?
«…brotes tiernos del cielo la tardecita de los sábados
asidos de un murmullo de luz dicho al oído:
ajenas no le son las finas hebras del aire,
esa música lejana, así de ella tan ausente,
igual que una flor tardía entre las hojas
del libro que releo en nombre de tu nombre…».
Alberto Szpunberg
¿Por qué nos gusta tanto el Clavel del aire? ¿Será porque necesita tan poco para sobrevivir? ¿Será porque al igual que nosotros alguna vez sintió deseos de convertirse en pájaro? Anudado vaya a saber a cuántos metros de altura.
El Clavel del aire y cientos de poemas que lo nombran, como el Zorzal nombra la madrugada:
“El clavel del aire, y sólo por ser del aire, agita su penacho
Alberto Szpunberg
donde la araña teje su tela más tenue, su trampa infinita:
algunos hilos se rompen, se desgarran, se descuelgan,
pero la araña repasa, repasa, se desconcierta, pero repasa.
“¿Dará flor”, y el clavel del aire, un suspiro, vuelve al aire.
“Sólo un renacido verdor -piensa el hombre- decidirá el rumbo”:
el asombro, la lentitud de la tarde, el trabajo verdadero”.
Crece junto a diversas comunidades de América. Muchos pueblos la emplean como antiinflamatoria y cicatrizante de heridas, y es bien sabido su beneficio para reducir el azúcar en sangre.
Pero no sólo de belleza y medicina vive el Clavel.
Es todo aire, y ese mismo aire es quien le trae las visitas más esperadas: los picaflores y las mariposas nocturnas. Ellos, los carteros de la naturaleza, son quienes posibilitan la reproducción de estas maravillosas epífitas: plantas que crecen sobre otras plantas con el fin de captar más luz para la fotosíntesis. No quitan nutrientes a la planta soporte, son sólo un sitio de hospedaje. Un color verde pálido cubierto de pelos absorbentes y un tamaño breve -brevísimo-, logran retener la humedad de su cuerpo. Así, efímero como una pluma, en su deseo de alguna vez convertirse en pájaro.
El Clavel del aire, una planta sin raíces. Como el rostro de alguien que ya no recordamos, como una canción anónima, como las caravanas de gitanos del Cáucaso.
Música para acompañar la lectura:
«Vivir un cuento de hadas, darnos la mano
Tú me llevaste a la Alhambra, hace mil años
Los dos fuimos por un sueño, sueño encantao
tú eras princesa en la Alhambra, yo tu enamorao
Tu paseabas, tú paseabas, y yo con mi silencio te enamoraba
Y era tu dueño, y era tu dueño,
Y tú paloma mía, volabas en sueño
No te vayas del sueño, jamás despiertes
Siéntate aquí conmigo, junto a una fuente
Junto a una fuente, junto a una fuente
Vivir un cuento de hadas, blanco caballo
A la puerta de la Alhambra, vamos llegando
los dos juntos galopando, van desbocao
Ay, que nunca llegue el alba, nos da miedo despertarnos
No te vayas del sueño, jamás despiertes
Siéntate aquí conmigo, junto a esta fuente
El Lebrijano