Desde el océano, hasta minutos antes de nacer. ¿Será cierto que toda vida anterior a la vida fue de color azul?
«Algunos colores parecen ásperos y erizados, y otros son como pulidos y aterciopelados e invitan a la caricia (como el azul ultramarino oscuro)…».
De lo espiritual en el arte, Wassily Kandinsky
Azul, idéntico a la noche. Desde el azul de Ruben Darío hasta la Flor azul de Novalis. Destellos del mundo con los ojos cerrados: siempre en azul. Este color es el que me trajo hasta el borde de esta nota. Aunque más bien, quienes me trajeron fueron la Garza Azul (Egretta caerulea) y la Pasionaria (Passiflora caerulea). Una vez más, el universo de los plumíferos se une a la botánica. Esta curiosidad llegó a mí en ocasión de leer que la Garza Azul y la Pasionaria comparten su segundo bello nombre científico: caerulea. Ambas me confirman que el azul, como todas las cosas, nació de la naturaleza.
cerúleo, a
Del lat. caeruleus, der. de caelum ‘cielo’. 1. adj. Dicho de un color: Semejante al del cielo despejado o el de la alta mar. 2. adj. De color cerúleo.
El azul se presentó como el color que quería conquistar todos los espacios; posarse plácido sobre plumas o sobre los filamentos movedizos de una flor. Todo sitio y cultura se rindieron ante el vuelo cromático del Señor de las Profundidades.
Los egipcios fueron una de las primeras civilizaciones en crear colores a partir de elementos naturales:
«El color en el antiguo Egipto no sólo se usaba en representaciones realistas de escenas de la vida cotidiana, sino también para ilustrar los reinos celestiales de los dioses, la otra vida, y las historias y los mitos de los dioses del panteón egipcio. Cada color tenía su simbolismo particular y se creaba a partir de elementos encontrados en la naturaleza. La egiptóloga Margaret Bunson escribe que «los artistas empezaron a observar dónde surgían de manera natural los colores en sus alrededores y a pulverizar varios óxidos y otros materiales para desarrollar los tonos que querían» (54). El proceso de la creación de colores a manos de los artistas egipcios se remonta al periodo arcaico (en torno a 3150 – c. 2613 a.C.), pero se hizo más evidente en la época del Imperio Antiguo (en torno a 2613-2181 a.C.). Desde el Imperio Antiguo hasta que Roma tomó el control del país después del 30 a.C., el color fue un componente importante de todas las obras de arte hechas por los egipcios.
El azul (irtiu y khesbedj) era uno de los colores más populares, normalmente llamado «azul egipcio», y se hacía con óxidos de cobre y hierro mezclados con sílice y calcio. Simbolizaba la fertilidad, el nacimiento, el renacimiento y la vida y normalmente se usaba para representar el agua y los cielos. Wilkinson escribe que «por la misma razón, el azul podía simbolizar el Nilo y las cosechas relacionadas con este, las ofrendas y la fertilidad, y muchas de las llamadas figuras de la ‘fecundidad’ que representaban las ofrendas del río eran de este tono». Las estatuas y representaciones del dios Toth normalmente son azules, azules verdosas, o tienen algún aspecto de color azul que une al dios de la sabiduría con los cielos dadores de vida. El azul también simbolizaba la protección. Los amuletos de la fertilidad del dios protector Bes solían ser de color azul, al igual que los tatuajes de Bes que llevaban las mujeres o los patrones en forma de rombo en la parte baja del abdomen, la espalda o en los muslos. Se cree que estos tatuajes se realizaban a modo de amuletos para proteger a las mujeres durante el embarazo y el parto». Fuente: Enciclopedia de la Historia Universal.
*Imagen: representa al faraón Tutankamon y su esposa, Dinastía XVIII (1350-1340 a.C.). Extraída del libro Breve Historia del Traje y la Moda, de James Laver (ejemplar de mi biblioteca).
A partir de este conocimiento, podríamos intuir los simbolismos en el empleo del color azul en diversas culturas, pero ¿por qué lo escogerían para su atuendo algunas plantas y animales? Entre otras razones, las flores lo eligen porque saben que el color azul es el preferido de las abejas y los abejorros. ¡Asombroso! Ellas adquirieron mecanismos para atraer a diferentes insectos, aves y mamíferos. Fragancias, colores y formas son los principales recursos de seducción que utilizan. Luego, la mayoría de ellas ofrece como alimento un nutritivo y dulce néctar o hasta el mismo polen. «Te seduzco y te alimento y tú llevarás mi polen a otra flor para que pueda reproducirme», son las condiciones que la evolución ha determinado sin hacérselo saber a las especies intervinientes. Una relación de beneficio mutuo.
Los pigmentos azulados, en ocasiones, también resultan una efectiva barrera química para alejar predadores. Las antocianinas, por ejemplo, son pigmentos que las plantas elaboran y otorgan a algunas flores y frutos su característico color azul, morado o rojo. Tienen propiedades medicinales para el ser humano, pero para algunos animales es una advertencia de «no te alimentes de mí porque corres peligro». ¡Y podría enumerar muchas astucias más! Pero ahora me detendré en la bella Garza Azul…
Para la ciencia, son muy variados y complejos los motivos por los cuales las aves exhiben determinados colores. En reglas generales, muchos de ellos suministrados por los ingredientes de su dieta; otros, creados y desplegados especialmente por los machos para atraer a las hembras en épocas de reproducción; por último, para camuflarse: confundirse con su entorno y pasar desapercibidos ante posibles atacantes. Si bien en su etapa juvenil todavía luce plumaje blanco, podríamos pensar que la Garza Azul, de a poco, en su adultez desarrolló ese color para encontrar pareja y, a su vez, permanecer oculta entre las aguas de los humedales. Según he leído, gracias a su plumaje oscuro y a que no posee plumas largas, no fue el blanco principal de los cazadores de plumas de finales del siglo XIX. En Argentina, han reportado su presencia en varios lugares, entre otros, Miramar de Ansenuza, provincia de Córdoba. Aquí te comparto un video muy especial de este rincón de nuestro país, recientemente declarado Parque Nacional:
Poesía para la garza azul
1.
Ahora la garza azul
vadea los pantanos fríos
de noviembre.
Bajo la luz gris sus hombros encorvados
se tornan también grises.
Encuentra poco alimento
–algunos
anfibios aturdidos bajo
una capa de barro.
Cuando el agua sobre la que camina empieza
a convertirse en fuego, aferrándose de sí
misma
con llamas oscuras, endureciéndose,
recuerda.
El invierno.
2.
No recuerdo quién me dijo por primera vez,
si alguien lo hizo:
no todo es posible;
algunas cosas son imposibles,
y me tomó de la mano, dulcemente,
y me llevó de regreso
desde dondequiera que yo estaba.
3.
Hacia la noche,
la garza levanta sus alas largas
sin prisa y rema hacia
el vuelo. Ha
tomado una decisión: el sur es
un vórtice de nubes, pero en algún lugar,
fibroso de hojas y pantanos,
hay una cueva donde puede esconderse
y vivir.
4.
Ahora los bosques están vacíos,
las lagunas brillan como ojos ciegos,
el viento empuja contra
los huesos negros y húmedos de los árboles.
En una casa al fondo del camino,
como si nunca antes hubiese visto estas cosas
–hojas, toneladas de agua,
un pájaro con un ojo como una luna llena
que decide no morir, después de todo
–paso tardes enteras sentada,
bebiendo y hablando;
junto madera, ramitas, papel; enciendo un
fuego
después de otro después de otro.
Mary Oliver
Música para acompañar la lectura: